El búho de hoy era blindado.
Como todos.
Había cierto aroma a curry.
Como a veces.
El chico de delante manejaba
un partido de fútbol con dos dedos.
Y una chica aburrida leía un cuento.
Yo tenía el cerebro en equilibrio,
como una brújula.
Navegando.
Ese sexto sentido equilibrado.
Había varios cascos, muchos bolsos,
abrigos y miradas a la acera.
La pérgola de barras ladeada
y la cuenta atrás que apretaba el freno.
Ya sé que es un trabajo,
y un traslado.
Que no se puede dar ni más ni menos.
Pero ¿Verdad que tiene encanto?
que dan ganas de darles mil abrazos?
El búho de hoy era mi búho.
Da igual a dónde vaya o si he bajado.
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