19/2/10

De uno en uno






Los niños son chiquitos,bonitos, hacen cositas.
Los viejos en cambio son arrugados,encorvados, pellejos.
Y nosotros, que estamos entre el ito y el ado,
entre el ico y el ejo,
que tenemos un globo aerostático lleno de adjetivos
que nos sujetan,
podríamos ser generosos y descolgar,
de vez en cuando,
un adjetivo preciso, generoso,y llamar a las cosas por su nombre,
y a las personas por su nombre.

E incluso regalarles motes exclusivos,
el Tigre, el Chino, el Cartas.
Y borrar ese tono indiferente
que agrupa niños, viejos, perros, guiris.

Es difícil intimar con el resto del Universo,
pero no sé qué pasaría si un dia lo intentamos.
Quizá la angustia se vaya transformando en curiosidad,
en diversión, y vayamos asumiendo sin dolor, sin escasez,
que ya no hay niños, ni viejos, ni gente,
y no haya quien pare ya nuestro viaje.

No sé por qué el pensar en conocer todo y a todos, ahoga.
No sé por qué agrupar hace más fáciles las cosas,
pero un rato cercano, voy a concentrarme en la unidad.
Y a practicar la tablita del uno.
Uno por uno es uno.
Uno por dos es uno.
Uno por tres es uno.

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